Voluntad y acción

Voluntad y acción

martes, 20 abril, 2021

Voluntad y acción. Sin embargo, la convivencia con la muerte es lo más natural en la vida del ser humano, aunque se produzca la resistencia lógica por abandonar el mundo cercano, y a lo mejor cambiarlo por “la nada”. Una tradición en el pensamiento trascendente y una incógnita por resolver, que ni la religión, ni la ética, ni la esperanza han sabido darle una respuesta convincente.

Los caminos en solitario siempre se hacen más difíciles. Las responsabilidades compartidas “no son menos responsabilidades”, pero sí mucho más llevaderas. Todas las situaciones en las que una persona debe asumir nuevos retos o nuevas responsabilidades representan una transformación que modifica, en cierta medida, la personalidad y el temperamento. Otra cuestión seria analizar si superado el reto o extinguida la situación se recupera el estado primitivo. A este respecto filósofos y psiquiatras advierten que “el pasado nunca vuelve, pero siempre deja huella”.

Una ayuda en nuestra transformación, sea grande o pequeña, siempre viene bien. Y si esa ayuda se produce en el escenario de los compromisos que asumimos y además tiene repercusiones en terceras personas, entonces es imprescindible. Pero cuidado con las malas compañías y cuidado también con las luxaciones irrecuperables porque sus efectos terminarán perjudicándonos por mucho tiempo.

Algunas veces, esos deberes y atribuciones nos agobian y reducen la libertad para decidir y gestionar. Es un pánico que existe aunque no lo perciba el protagonista. Es la parálisis que afecta a gran parte de los que llegaron al liderazgo sin ser líderes o a los que miran con lupas distorsionadas perdiendo el pulso de la realidad. En el fondo, una falacia del poder.

Voluntad y confianza suelen ir acompañadas. Desde el clásico y consolidado pensamiento de Príamo, hacia su hijo Héctor: “Hijo mío, si tú quieres, tú puedes”, una de las máximas universales del poder de la voluntad, hasta el enunciado de T. Roosevelt: “Si piensas que puedes hacerlo, ya estás en el camino de hacerlo”, que refleja el sentido positivo de la confianza, hay un estado de ebullición personal muy bien definido por Thomas Paine: “Un hombre verdadero asume los problemas, reúne las fuerzas que precisa en cada momento, sonríe ante la angustia, se engrandece a través de la reflexión y se hace valiente para dar el próximo paso”. Es fácil decirlo, pero a veces dificilísimo conseguirlo.

Sin voluntad no hay acción y sin acción no hay resultados. Cuando nuestro espíritu nos demanda y no somos capaces de generar respuestas adecuadas, caemos en el estado de pura incompetencia. Le llamamos “pura incompetencia” porque se refiere a la relación de nosotros con nosotros mismos, a veces muy alejada de la relación social y otras veces demasiado personales como para compartirlas, ni siquiera con nuestros propios recuerdos.

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