Recuperar el sentido y el fundamento del Coaching

viernes, 15 julio, 2022

La proliferación de coaches (sin capacidades, conocimientos suficiente o experiencia) se ha convertido en los últimos años en una plaga que ha perjudicado enormemente a quienes, con una preparación y visión muy profesional y meritoria del coaching, venían ejerciendo la actividad con resultados satisfactorios para sus coachees, amén del deterioro de la reputación social que gozaba la actividad no hace tantos años. Este caos apareció y se hizo más fuerte en lo referente al coaching ejecutivo.

De manera paralela se ha puesto de moda utilizar la palabra coaching o simplemente coach para definir un montón de profesiones o empleos que distan mucho de su propia esencia. Los entornos de la moda, la gastronomía, la dietética, incluso la decoración las compras o la imagen personal han sido campos de cultivo propicios para expandir el coaching fuera del coaching.

Las asociaciones profesionales tampoco han ayudado a prestigiar el coaching. Los requisitos exigidos para ser admitidos y considerados coach (coach ejecutivos) son mínimos y alguno de ellos ridículos. Las asociaciones quieren tener asociados y les basta cualquier certificado o promesa o papel firmado por no se saber quién para admitir al nuevo socio. Posiblemente habrá algunas excepciones, pero pocas.

El coaching ejecutivo necesita coach profesionales formados no en una, sino en todas las metodologías, que tengan profundos conocimientos del funcionamiento de las organizaciones, incluso que hayan tenido puestos de alta responsabilidad tanto humana como económica, actualizados permanentemente, con vocación hacia su cliente y por supuesto con experiencia en relaciones personales, gestión de recursos humanos y psicología.

El coaching es una actividad muy seria y, de igual manera que el enfermo busca al mejor médico especialista, esta relación personalísima que mantienen coach/coachee no se puede poner en manos inadecuadas. La elección del coach adecuado es el primer paso para que el proceso llegue a feliz término. Lo contrario es garantía de fracaso.

Al mismo tiempo hay que acotar el ámbito y la finalidad del coaching. Ni el coaching es la pomada que todo lo cura, como se ha ofrecido y vendido en muchas ocasiones, ni sirve para todos y para toda circunstancia.

En los últimos años hemos observado con cierto espanto una situación parecida a la siguiente: “Si usted tiene un problema o una necesidad el coaching se lo soluciona”. Nadie ha hecho nada al respecto. El deterioro está servido.

Es el momento de unir las fuerzas y reconstruir la imagen dañada del coaching. Es necesario hacer llegar a los futuros coachees que existen muchos profesionales magníficos, experimentados y con la ética interiorizada que aseguran un proceso científicamente ordenado y técnicamente ejecutado con exactitud y conocimiento, y recordar al tiempo la satisfacción de los coachees cuando el proceso va terminando y los objetivos se van cumpliendo.

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