Vislumbro tu luz. Que cada quien al leerlo ponga el nombre que considere oportuno a SU LUZ, y nos lo comparta.
Las calles que conducen al infinito se están agotando.
Nunca más me rendiré a un amor apasionado
aunque despierte al alimento diario de tu alma.
Hemos madurado a fuerza de renuncias
y vaciado el tesoro de esperanzas,
de sentimientos y pesares olvidados,
de caricias y nombres denostados,
de dulzuras, ilusiones y amarguras.
Todo ello quedó guardado en el arcano
de nuestra pequeña historia ya vivida.
Ahora es el momento de resucitar con la energía
que nos lleve en volandas a la meta,
hacia fronteras que de niños parecían muy lejanas,
y que ahora se nos muestran inviables. Abandonadas.
Perdidas para siempre. Desamparadas. Abdicadas.
Emprender de nuevo, sea cual fuere nuestra edad.
Respirar y nutrir nuestra existencia,
mirar con ojos de certeza y entusiasmo,
acariciando el despertar del trasgo y la sustancia.
El tiempo, impenitente, nos conduce por rutas imprevistas.
Pero allá, en un horizonte quizás posible, vislumbro tu luz.