Nuestro almacén de problemas

Nuestro almacén de problemas

jueves, 20 mayo, 2021

Nuestro almacén de problemas . Todas las personas son un almacén de problemas que la vida les va proporcionando. Problemas grandes o pequeños pero que ahí están pendientes de solución. Relativizar los problemas es una cuestión de supervivencia, cada persona ha buscado su mejor fórmula para ello: debe visualizar la inmensidad del espacio hasta la subjetivación extrema, pasando por el concepto díptico (dictadura de la brevedad) del tiempo o la vulnerabilidad de la solidaridad. Deberíamos poner un gran empeño en vaciar nuestro almacén de problemas.

Es cierto que el tiempo es oro, precisamente por ello desperdiciarlo es un error que pagamos poco después. Se produce una curiosa contradicción: en nuestro yo cotidiano queremos gastar el tiempo en muchas cosas que nos satisfacen a nivel personal y sin embargo pasamos la mayoría de las horas de todos los días en el trabajo o haciendo cosas que realmente no nos llenan.

Es el momento de ser generosos y un tanto utópicos y pedir a la vida que nos dé un respiro para compartir con la familia, los amigos y, sobre todo, con nosotros mismos. Si pensamos que el uso de la tecnología nos va a liberar del tiempo nos equivocamos. Quizás sea al revés, pues el teclado y la pantalla se han convertido en nuevos ladrones de nuestro tiempo.

Mafalda (el famoso personaje de Quino) decía: “¿No será acaso que esta vida moderna está teniendo más de moderna que de vida?” Sarkozy, al ganar las elecciones francesas de 2007 comentó: “Estaría muy contento si no fuera por lo cansado que me siento”. Y de pronto aparecen en ese almacén de problemas la desilusión, la pérdida de parte de la fuerza que antes teníamos y no encontramos motivaciones nuevas que nos impulsen. Aparecen sentimientos contra los que hay que luchar, sentimientos que jamás nos deben vencer: perdida de esperanza y seguridad, algunas tristezas, miedos, desilusiones y frecuentes frustraciones. Guerra decidida contra el almacén de problemas.

Rosalía Vergara, en un largo poema, escribía:

Un latir que quiere querer

Y sin darme cuenta

Me lo he vuelito a creer.

Creer por sí solo no vale si no va acompañado de la acción, y esta es siempre resultado de la voluntad. “La cosa más importante, tras la voluntad, disciplina y la creatividad, es atreverse a atreverse” (Maya Angelou). “No te das cuenta de tus propias fortalezas hasta que te encaras con tu mayor debilidad” (Susan Gale).

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