La tecnología que nos abraza: La tec-innovación (3/3)

martes, 30 marzo, 2021

La tecnología que nos abraza: La tec-innovación. La innovación, de la que tanto se ha hablado y escrito, desde Shumpeters hasta Christiansen, pasando por Druker o por Triz o Cabral, está actualmente tan unida al fenómeno tecnológico, que, en filosofía aplicable a los nativos digitales, solo se entiende si se considera que innovar es cambiar las formas habituales de hacer las cosas para llevarlas a cabo a través de procesos tecnológicos, lo que pone, además, en transparencia los medios, los efectos y los resultados. Es en realidad un proceso de socialización del know how que desde la red se extiende a una comunicación global.

La innovación tecnológica nunca se detiene, siempre bulle en procesos creativos que perfeccionan el conocimiento y su trasmisión, y abarca campos de toda índole: científico, técnico, cultural, etc. Pero no basta con conformarse con las ideas creativas, el verdadero valor de la nueva innovación es su capacidad de implantación, su uso, y su desarrollo más allá de sus propias fronteras.

La innovación así vista evoluciona rápidamente hacia formas más disruptivas. Una nueva visión del conocimiento que ha modificado el “aprender haciendo” por el “aprender usando”. Muchas veces innovación no científica: es la innovación de la praxis.

Los nuevos profesionales tecnológicos  sabían que “nuestro pasado es el enemigo nº 1 de la innovación” (David Cánovas) y que “la realidad presente requiere tener el valor de desprenderse de las certezas” (E. Fromn). Crearon y vivieron un cambio profundo que revolucionó el mundo en el que la innovación más que un credo fue su despertar y su fe, y, como dijo J.Wagensberg “lo consiguieron porque no sabían que era imposible”. Sin embargo, estos profesionales han quedado ya viejos y han sido subsumidos por una realidad social poderosísima, que podemos denominar “el triunfo de la filosofía VUCA”, demostrando el valor de sus cuatro criterios madre y el éxito de su aplicación a golpes de tragedias.

A pesar de ello, hay que admitir que ha surgido la difícil convivencia entre la “innovación intelectual” y la “verdadera innovación” (en palabras de Marcos McKinnon). Solo queda establecer las normas entre ambas. Si fuéramos consecuentes con esta realidad aceptaríamos la obligación que los sucesos actuales nos han impuesto para que toda la sociedad tenga que participar de los afanes de los nativos digitales. Deberíamos dejar que el choque que pudiera producirse entre las diversas maneras de comprender la innovación se encargara de crear esas reglas de juego, es decir, que el orden surgido por el caos sea protagonista.

Qué diría hoy Albert Einstein si fue capaz de avanzar hace más de ocho décadas que se había vuelto “obvio que nuestra tecnología ha superado nuestra humanidad”. Frente a este pensamiento Simon  Mainwaring expuso que “la tecnología nos está enseñando a ser humanos de nuevo”. Arthur Schlesinger camina entre ambos: “la ciencia y la tecnología revolucionan nuestras vidas, pero la memoria, la tradición y el mito encarnan nuestras respuestas”.

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