José Hierro y su poema «Vida». Mi amistad con Pepe Hierro se fraguó gracias a unos amigos comunes: Carlos Galán y su esposa Aurora, que desde tiempo inmemorial compartían una parte importante de sus vidas con el matrimonio Hierro. Me incorporé a sus veladas en el verano del 94 y, desde entonces, pasé los veranos en Santander cerca del poeta hasta su fallecimiento en 2003.
Aquella relación, que en el invierno de Madrid solo se mantenía en un par de ocasiones, me proporcionó la satisfacción de conocer al poeta en su vertiente de pintor. Guardo celosamente dieciocho cuadros o dibujos que en muy diversos soportes pintaba encantado como colofón de las reuniones.
Una de las noches, y tras una deliciosa cena en casa de los Galán, comenté a Pepe lo difícil que me resultaba la lectura correcta y la correcta comprensión de su poema “Vida”, incluido en su fantástico “Cuaderno de Nueva York”, editado en 1998 y dedicado a Paula Romero. Tras decir simplemente “Ahora lo entenderás mejor” comenzó a recitarlo con su voz profunda, dotando a cada palabra de sentimientos, a cada pausa de emoción, a cada letra del alma del verdadero poeta y a cada silencio de la energía entusiasta de su magia y su calor.
Os presento “Vida” de Pepe Hierro con el deseo de que lo disfrutéis tanto como lo hago yo cuando lo leo y que lo comprendáis como yo lo comprendo después de haberlo oído de labios de su autor:
VIDA
Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.
Grito ¡Todo!, y el eco dice ¡Nada!
Grito ¡Nada!, y el eco dice ¡Todo!
Ahora sé que la nada lo era todo.
y todo era ceniza de la nada.
No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)
Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.
