Insomnio. Aunque parezca lo natural de todos los días, no es tan fácil conciliar al sueño cada noche y lograr dormir las 6 o 8 horas tan necesarias para el cuerpo y para el alma. Desde hace tiempo duermo mal; eso me llevó en una “noche en blanco” a dedicar un poema al insomnio y así recordar que siempre viene (y a veces muy deprisa) la madrugada del nuevo día y con ella un cúmulo de oportunidades que el mismo insomnio, a veces, no nos deja vislumbrar:
INSOMNIO
Ha llegado, como cada día, el día oscuro.
Es la hora de dormir.
La vuelta a un lado. La vuelta al otro.
El cuerpo no descansa.
La mente intrépida, comienza a dar vueltas y más vueltas.
La noche hace que mis caminos sean lentos y torcidos.
Estoy cansado. Pensamiento parado.
Agotamiento.
Las ninfas nunca vendrán a acariciar mi piel,
pero los infiernos bajarán y anidarán en mis entrañas.
Los diablos me abandonan cada noche cuando la noche termina,
y parece que revive la esperanza perdida.
Por fin veo la primera luz del alba a través de la ventana.
Por fin duermo. Duermo.
Pero pronto, muy pronto, será mañana.