Humanismo digital y neo-determinismo (2/2).
La tecnología se ha visto, y se ha considerado, también, como un producto social, susceptible de ser sometido a un control democrático, más que como una entidad autónoma. Historia y determinismo tecnológico profundizan en este problema crucial para la teoría de la democracia y evalúa los modelos deterministas en una variedad de contextos históricos, de los que solo se extrae una reafirmación de la tendencia dictatorial del mundo digital.
El determinismo tecnológico condiciona, más que cualquier otro aspecto que pudiera contemplarse en la sociedad actual. Las innovaciones tecnológicas que surgen volcánicamente y que se consumen a sí mismas en un corto plazo nunca antes conocido, se introducen en la mente de los ciudadanos de manera fortísima determinando todos sus escenarios sociales. Se puede observar fácilmente en las relaciones de trabajo o profesionales, en las transacciones comerciales, en las relaciones personales y sociales a través de las múltiples plataformas que se crean al respecto, en la exposición de los sentimientos personales, en la creación de grupos de amistad, etc.
Para José Mª Lasalle “El reto ahora es saber cómo gestionar este nuevo statu quo y conforme a qué narrativa. Nos enfrentamos a una realidad que ha puesto de manifiesto que la estructura del planeta y la globalización que lo modela se desarrollan a través de la tecnología. La revolución digital ya es historia, lo mismo que la transición digital. Se ha producido y consumado la transformación digital desde el momento en que las libertades analógicas se han convertido en experiencias básicamente digitales. Es más, una parte sustancial de nuestra identidad es también digital. Trabajamos, nos entretenemos y nos comunicamos online. Generamos una huella digital sobre nosotros que engrosamos a diario. Es tan intensa y tan precisa que casi replica a la perfección quiénes somos”.
Si el determinismo digital se refiriera exclusivamente a la utilización del sistema no tendría excesiva importancia, pero la realidad demuestra que la imposición va mucho más allá y que no tiene intención de detenerse por lo que a medio plazo puede representar la norma obligatoria en la mayoría de las manifestaciones del ser humano.
Las diferencias generacionales tienen en estos años y en los próximos venideros gran relieve porque existen multitud de personas que se resisten a la realidad digital. Esta resistencia concluirá en la medida en que dichas generaciones desaparezcan pero se abrirá la incógnita respecto a los nuevos aportes tecnológicos y subsiguiente solapamiento en la traslación social que hemos expresado. A priori un círculo repetitivo, que sin duda cambiará ante un futuro tan incierto y veloz.
(Extraído de los textos del estudio “VUCA: la filosofía emergente”. Autor Fernando Bayón).
