Homenaje a los libros de poesía.
Llegó la inspiración y con ella mi inquietud
por plasmar las palabras que salían de mi mente.
Puse unas hojas vacías encima de la mesa
con intención de escribir versos y poemas.
Pero la tabla, de tal manera estaba coja
que tenía una pata bastante torcida y corta.
Tome papeles, papeles y más papeles,
para calzar la pata de la mesa.
Todo fue inútil y despechado.
Necesitaba un soporte más sólido y pesado.
Entonces cogí un tomo de Poesía Erótica y Mundana,
pero al ponerla en el suelo sentí remordimientos:
¡La poesía por los suelos! Parecía un sacrilegio,
y recogí el libro de poesía
para guardarlo como autentica reliquia.
La tabula quedó coja para siempre,
como postrero homenaje a la memoria lírica de la vida.