Hacia una creencia cósmica: La unificación de las creencias.
La plenitud armónica del hombre es posible gracias a la conjunción de dos esferas que se complementan. De un lado la razón, que representa la faceta más formada de la intelectualidad, del conocimiento o de la capacidad mental y por lo tanto asume la visión de la praxis y la ciencia, y de otro la espiritualidad que representa la fe, la religión e incluso la costumbre social y que aglutina el boque de las creencias.
La concepción actual de la creencia cósmica, desde la perspectiva social y filosófica, tiene en Einstein su primera piedra, especialmente cuando visionaba su integración con la ciencia o la política (es decir con la razón): “Yo afirmo con todo vigor que la religión cósmica es el móvil más poderoso y más generoso de la investigación científica”.
Desde Bucke es admitida la conciencia cósmica como la forma más elevada de consciencia poseída por el hombre: “Esta consciencia muestra que el cosmos no consiste en materia muerta gobernada por una ley inconsciente, rígida e ininteligible; por el contrario, lo muestra como completamente inmaterial, completamente espiritual y enteramente vivo; muestra que la muerte es un absurdo, que todos y todo tiene vida eterna”.
Lo verdaderamente crucial es que el hombre sea capaz de admitir otra fe sin renunciar a la suya. La convivencia y el respeto junto a la conjugación común y a la colaboración se muestran como la nueva norma de conducta de la creencia cósmica. De esta manera se produce poco a poco una unificación de conductas que es avalada por la religión sea cual sea el apellido que esta tenga.
Tal consideración se hace más patente encuadrada en el sistema global que rige hoy la sociedad y la geopolítica. Sin embargo, algunas creencias son excluyentes y manifiestamente opuestas a estos criterios, fundamentalmente por el funcionamiento de sus organizaciones y el dominio político que estas desean mantener.
En el momento actual se ha quebrado el principio de las diferencias estructurales entre las religiones que se practican en el orbe, muy al contrario surge en las últimas décadas la percepción de la unidad, encaminada, de manera intangible, hacia un único o compatible ser superior.
En este sentido, la teología actual busca la manera de definir identidades comunes a, y en, todas las religiones, con independencia de las diferencias, aparentes o reales, que pueda mostrar una religión respecto a otras. Es decir: todas las religiones tienen una esencia común identificable solo a través de la creencia cósmica.
Un mundo global debería tener principios excelsos comunes. No es así en lo relativo a las creencias. Por ello, parece absurdo hablar de unificación de creencias en ese mundo política y comercialmente globalizado. Si observamos las diferentes creencias que se manifiestan actualmente y su influencia social, tanto en la vida interna o local como en las relaciones internacionales se observa el enorme poder que todavía tienen dichas creencias y el choque cultural dominante en todos los ámbitos.
