De dónde proceden los CEOs: Repaso hacia atrás (1/2)

miércoles, 13 enero, 2021

De dónde proceden los CEO,S: Repaso hacia atrás (1/2). Hasta la segunda mitad del siglo XIX, quienes habían tenido el valor de llevar a cabo un negocio y lo habían profesionalizado, (más o menos) se hacían cargo de la gestión integral o de lo que más tarde se llamaría la Dirección General. Fue en ese momento, allá por 1.875 cuando los hermanos Siemens se dan cuenta de que sus herederos no están dotados para la gestión de las empresas y deciden encargar a terceras personas que, a modo de empleados, se haga cargo de la dirección de los negocios. Los directivos ya no van a ser el emprendedor o los accionistas. Se va a buscar a quien realmente sepa administrar y desarrollar la industria.

Desde una perspectiva histórica, la primera fuente que nutriría brillantes gerentes se encontró en el concreto espacio de la producción. Hasta finales de los años 30, saber fabricar bien y tener un buen producto era el mejor factor de éxito de las empresas y sus héroes eran los ingenieros de producción que poco a poco se harían con el poder total de las organizaciones.

En todos los países hubo ejemplos emblemáticos de estos ingenieros que elevaron empresas, que no eran suyas, a posiciones internacionales obteniendo magníficos resultados económicos. Si hubiera que destacar la obsesión gerencial de la época, se podría advertir la dedicación de la teoría y la práctica por “el equilibrio entre puestos y tareas”.

La consolidación de los financieros.

Los años 40 y décadas siguientes, fueron tiempos de consolidación, (vegetativos) por lo que las actividades productivas estaban aseguradas. Las crisis económicas internacionales y los efectos de una desgarradora guerra mundial, obligó a las empresas a replantearse muchas de sus estructuras y valores, entre ellos, la técnica de dirigir los negocios. De manera brusca caen los responsables de la producción y dejan sus sillones calientes para los financieros.

El factor estratégico del éxito no era el producto (cada día más homogéneo en el mundo) sino la disponibilidad de recursos financieros: dinero barato y abundante. Los nuevos altos directivos serían los “hombres de los números”. Financieros y administradores con mano de hierro cuyo credo seria “la tesorería y el análisis de costes”.

Vendrían después los famosos 60, y largos años de la expansión desordenada del consumo. La economía post-Keynesiana triunfaría por encima de todas las previsiones optimistas. Marketing, comercialización y ventas se convertirían en el oráculo por excelencia, abriendo paso a los puestos de mayor responsabilidad a los expertos en estas materias. El factor de éxito se encontró en las estrategias para “vender más y encontrar nuevos mercados”. Los grandes planificadores de ventas y los hombres de marketing serán los nuevos directores generales.

Management y la gestión del cambio.

El brutal esplendor de la sociedad de consumo animó a esta decisión que produjo beneficios mucho más copiosos pero inestables, en una sociedad internacional que empezaba a estar amenazada por los costes energéticos, la evolución de una juventud profesionalizada y reivindicativa y los evidentes desequilibrios geopolíticos.

En los 80, la palabra “management” englobaría una serie de cualidades que las organizaciones llevaban años demandando a sus directores generales pero que ahora se hacían imprescindibles en sus máximos directivos: toma de decisiones, trabajo en equipo, gestión de la adversidad, visión estratégica, habilidades sociales y a final de siglo y por encima de todas ellas: gestión del cambio. Se había fabricado técnicos en dirección.

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